En psicología social, la atribución es el proceso de inferir las causas de los acontecimientos o comportamientos. En la vida real, la atribución es algo que todos hacemos a diario, normalmente sin ser conscientes de los procesos y sesgos subyacentes que conducen a nuestras inferencias.
Por ejemplo, a lo largo de un día normal, probablemente haces numerosas atribuciones sobre tu propio comportamiento y el de las personas que te rodean.
Cuando obtienes una mala nota en un examen, puedes culpar al profesor por no explicar adecuadamente el material, desestimando por completo el hecho de que no hayas estudiado. Cuando un compañero de clase saca una gran nota en el mismo examen, puedes atribuir su buen rendimiento a la suerte, ignorando el hecho de que tiene excelentes hábitos de estudio.
¿Qué impacto tienen realmente las atribuciones del comportamiento en tu vida? Las atribuciones que haces cada día tienen una importante influencia en tus sentimientos, así como en tu forma de pensar y de relacionarte con otras personas.
¿Qué tipos de atribución existen?
¿Por qué hacemos atribuciones internas para algunas cosas y atribuciones externas para otras? Parte de esto tiene que ver con el tipo de atribución que probablemente utilicemos en una situación concreta. Los sesgos cognitivos también suelen desempeñar un papel importante.
Los principales tipos de atribuciones que puedes utilizar en la vida diaria son los siguientes.
Atribución interpersonal
Al contar una historia a un grupo de amigos o conocidos, es probable que la cuentes de forma que te sitúe en la mejor posición posible.
Atribución predictiva
También tendemos a atribuir las cosas de forma que nos permita hacer predicciones futuras. Si tu coche ha sido objeto de vandalismo, puedes atribuir el delito al hecho de que hayas aparcado en un garaje concreto. Como resultado, puede que evites ese aparcamiento en el futuro.
Atribución explicativa
Utilizamos las atribuciones explicativas para ayudarnos a dar sentido al mundo que nos rodea. Algunas personas tienen un estilo explicativo optimista, mientras que otras tienden a ser más pesimistas.
Las personas con un estilo optimista atribuyen los acontecimientos positivos a causas estables, internas y globales, y los negativos a causas inestables, externas y específicas. Las personas con un estilo pesimista atribuyen los acontecimientos negativos a causas internas, estables y globales, y los acontecimientos positivos a causas externas, estables y específicas.
Teorías psicológicas
Los psicólogos también han introducido una serie de teorías diferentes para ayudar a comprender mejor cómo funciona el proceso de atribución.
Teoría de la Inferencia Correspondiente
En 1965, Edward Jones y Keith Davis sugirieron que las personas hacen inferencias sobre los demás en los casos en que las acciones son intencionadas y no accidentales.
Cuando las personas ven a otras que actúan de determinada manera, buscan una correspondencia entre los motivos de la persona y sus comportamientos. Las inferencias que la gente hace entonces se basan en el grado de elección, lo esperado del comportamiento y los efectos de ese comportamiento.
La teoría del «sentido común» de Heider
En su libro de 1958, «Psicología de las relaciones interpersonales», Fritz Heider sugirió que las personas observan a los demás, analizan su comportamiento y elaboran sus propias explicaciones de sentido común para sus acciones.
Heider agrupa estas explicaciones en atribuciones externas o atribuciones internas. Las atribuciones externas son las que se achacan a fuerzas situacionales, mientras que las atribuciones internas se achacan a características y rasgos individuales.
Sesgos y errores cognitivos en la atribución
Los siguientes sesgos y errores también pueden influir en la atribución.
El sesgo actor-observador
Curiosamente, cuando se trata de explicar nuestro propio comportamiento, tendemos a tener el sesgo opuesto al error fundamental de atribución. Cuando ocurre algo, es más probable que culpemos a fuerzas externas que a nuestras características personales. En psicología, esta tendencia se conoce como el sesgo del actor-observador.
¿Cómo podemos explicar esta tendencia? Una posible razón es que, sencillamente, tenemos más información sobre nuestra propia situación que sobre la de los demás. Cuando se trata de explicar tus propias acciones, tienes más información sobre ti mismo y sobre las variables situacionales en juego. Cuando intentas explicar el comportamiento de otra persona, estás en cierta desventaja; sólo tienes la información que es fácilmente observable.
No es de extrañar que la gente sea menos víctima de la discrepancia actor-observador con personas que conoce muy bien. Como sabes más sobre la personalidad y el comportamiento de las personas a las que conoces, eres más capaz de adoptar su punto de vista y es más probable que seas consciente de las posibles causas situacionales de sus comportamientos.
El error fundamental de atribución
Cuando se trata de otras personas, tendemos a atribuir las causas a factores internos, como las características de la personalidad, y a ignorar o minimizar las variables externas. Este fenómeno suele estar muy extendido, especialmente entre las culturas individualistas.
Los psicólogos se refieren a esta tendencia como el error fundamental de atribución; aunque es muy probable que haya variables situacionales, automáticamente atribuimos la causa a características internas.
El error fundamental de atribución explica por qué la gente suele culpar a otras personas de cosas sobre las que normalmente no tienen ningún control. Los psicólogos sociales suelen utilizar el término «culpar a la víctima» para describir un fenómeno en el que la gente culpa a víctimas inocentes de delitos por su desgracia.
En estos casos, la gente puede acusar a la víctima de no haberse protegido del suceso comportándose de una manera determinada o de no haber tomado medidas de precaución específicas para evitar o prevenir el suceso.
Ejemplos de ello son acusar a las supervivientes de violaciones, violencia doméstica y secuestros de haberse comportado de forma que provocaron de algún modo a sus agresores. Los investigadores sugieren que el sesgo retrospectivo hace que la gente crea erróneamente que las víctimas deberían haber sido capaces de predecir los acontecimientos futuros y, por tanto, de tomar medidas para evitarlos.
Sesgo de interés propio
Piensa en la última vez que recibiste una buena nota en un examen. Lo más probable es que atribuyeras tu éxito a factores internos, como «lo hice bien porque soy inteligente» o «lo hice bien porque estudié y me preparé bien».
Sin embargo, ¿qué ocurre cuando recibes una mala nota? Los psicólogos sociales han descubierto que, en esta situación, es más probable que atribuyas tu fracaso a fuerzas externas, como «He suspendido porque el profesor incluyó preguntas trampa» o «El aula estaba tan caliente que no pude concentrarme». Fíjate en que ambas explicaciones echan la culpa a fuerzas externas en lugar de aceptar la responsabilidad personal.
Los psicólogos se refieren a este fenómeno como el sesgo de autoservicio. Entonces, ¿por qué somos más propensos a atribuir nuestro éxito a nuestras características personales y a culpar a variables externas de nuestros fracasos? Los investigadores creen que culpar a factores externos de los fracasos y las decepciones ayuda a proteger la autoestima.