Soy un amante de las metáforas y las pequeñas historias. Cada vez que encuentro una, estudio y reflexiono en profundidad sobre ella, intentando sacar el mayor número de significados e interpretaciones. Además de la metáfora del jardín, una de mis favoritas es la del agua, especialmente el significado que tiene este elemento en el taoísmo, una filosofía de vida de origen chino. Quizás recuerdes esa famosa frase de Bruce Lee «Be water, my friend«, inspirada en la filosofía taoísta.
En primer lugar, el agua simboliza la cualidad de la suavidad y la flexibilidad. En el Tao Te Ching (el libro que da origen al taoísmo), Laozi afirma que el agua es la cosa más blanda y flexible del mundo, pero que puede superar a lo más duro y fuerte. Esto se relaciona con la idea de que la verdadera fortaleza reside no en la rigidez y la fuerza bruta, sino en la capacidad de ser flexible, adaptable y fluir con las circunstancias. Esta enseñanza nos aconseja ser como el agua, adaptándonos a nuestro entorno y superando obstáculos no a través de la confrontación directa, sino a través de la suavidad y la persistencia.
Relacionado con la flexibilidad y la suavidad tenemos la paciencia. El agua fluye constantemente, pero lo hace a su propio ritmo, sin prisa ni pausa. Este fluir continuo del agua es un recordatorio de que la paciencia está intrínsecamente ligada a la aceptación del paso del tiempo. Ser pacientes como el fluir del agua, requiere una aceptación de los procesos naturales y una comprensión de que no todo puede ser acelerado; algunas cosas simplemente toman el tiempo que necesitan para desarrollarse.
La paciencia del agua también se ve en su capacidad para encontrar su camino a pesar de los obstáculos. Cuando el agua se encuentra con un obstáculo, no se detiene; busca un nuevo camino, fluyendo alrededor o incluso a través de lo que se interpone en su camino. Esta capacidad de adaptación y persistencia ya mencionada, es un aspecto clave de la paciencia. Nos enseña que ser pacientes no significa ser pasivos, sino encontrar formas de seguir adelante y adaptarse a las circunstancias cambiantes.
Además, el agua es vista como un símbolo de humildad. Fluye hacia abajo, hacia los lugares más bajos, que son evitados por la mayoría. Esta característica del agua se utiliza para ilustrar el valor de buscar la sencillez y la humildad, evitando el orgullo y la arrogancia. Esta metáfora enseña la importancia de ser bajo y humilde para recibir y nutrir a todos los seres.
Otro aspecto importante es su capacidad para reflejar la realidad tal como es. El agua tranquila y clara puede reflejar perfectamente el mundo a su alrededor. Esto simboliza la claridad de la mente y la percepción que se logra a través de la práctica taoísta. Al igual que el agua clara refleja sin distorsión, una mente serena y centrada puede percibir la realidad sin las distorsiones causadas por las emociones fuertes o los prejuicios.
El agua también representa el fluir constante y el cambio incesante. La naturaleza siempre cambiante del agua, que fluye y se transforma continuamente, es un recordatorio de la doctrina taoísta del cambio constante y la impermanencia. En la vida, el cambio es la única constante, y debemos aprender a fluir con estos cambios en lugar de resistirnos a ellos.
La compasión es otra de las cualidades simbólicas atribuidas al agua. Consideremos la naturaleza inherente del agua: es esencial para la vida, no discrimina y fluye libremente, nutriendo todo lo que encuentra en su camino. Esta característica del agua refleja la esencia de la compasión, que es el deseo de aliviar el sufrimiento de los demás y contribuir a su bienestar sin distinción. Al igual que el agua que no elige a qué planta nutrir, la compasión genuina no discrimina entre aquellos a quienes se extiende.
Al igual que el agua, la compasión también tiene la cualidad de fluir hacia donde se necesita. Justo como el agua busca naturalmente los lugares más bajos y secos para llenarlos, la compasión nos lleva a buscar aquellos lugares en el mundo y en los corazones de las personas que están más necesitados de cuidado y atención. Esta capacidad de fluir hacia donde se necesita es fundamental para la práctica de la compasión.
En la psicoterapia, la metáfora del agua puede ser utilizada como un símbolo que nos recuerda las actitudes fundamentales para una vida plena, como la paciencia, la flexibilidad mental, la compasión o la humildad, entre otras.
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